Una vez supimos que Renault estaba trabajando en resucitar Alpine, ni en nuestros mejores sueños hubiéramos imaginado que lo haría de una forma tan magistral. Diseño rompedor en un cuerpo esculpido para pegarse al asfalto y un chasis proveniente de la competición, alcanzan la gran altura a la que dejó el listón su antecesor.
Vale que habrá críticos que hubieran preferido un diseño más conservador y fiel al original A 110, pero a veces es mejor dejar los mitos como están y reinterpretarlos con las tendencias del momento. Lo que nos queda son 2 automóviles preciosos, nacidos bajo similares filosofías pero con los 50 años de distancia que los separan.
Este coche no es solo una bonita carrocería, bajo sus aerodinámicos paneles de fibra de carbono se esconde un auténtico coche de carreras, capaz de abandonar su stand de exposición para batirse en el circuito con otros coches creados expresamente para ello. Y es que su cuerpo no solo cumple una función visual, sino que lo mantiene pegado al asfalto a altas velocidades gracias en buena parte al alerón, el difusor y el splitter delantero.
Como ya sabíamos su chasis tubular proviene del Megane Trophy, pero ha tenido que ser adaptado a las dimensiones del Alpine, más ancho y más bajo, que conserva la batalla pero ensancha las vías. Una estructura de competición que alberga tras los dos únicos asientos del habitáculo un motor V6 de 3.5 litros con 400CV, potencia muy respetable teniendo en cuenta sobre todo los escasos 880 Kg del conjunto.
Todo en el Alpine A 110-50 está pensado por y para el circuito, de ahí sus amortiguadores regulables, sus llantas monotuerca (de 21 pulgadas de diámetro) o su caja de cambios semiautomática con embrague cerámico de doble disco, que puede embragarse desde un convencional tercer pedal o desde una palanca en el volante.
El motor envía su fuerza al eje trasero, y para que este dosifique convenientemente todo el par que recibe se le ha montado un diferencial autoblocante también regulable. Control como el que se aplica en la frenada, garantizada por un conjunto firmado por AP Racing con pinzas de 6 pistones delante y 4 detrás, que muerden respectivamente discos de 356 mm y 330 mm de diámetro.
Renault ha cumplido con nota el reto que se había planteado, pero ahora nos surge una inquietante duda. ¿Hasta dónde llegará el nuevo Alpine? El coche que han creado es fantástico, pero es una máquina de competición que difícilmente podrá llegar a la calle en ese estado. ¿Merece la pena entonces resucitar el nombre de Alpine para crear un ‘simple’ concept de competición? ¿O es que Renault tiene planes para este coche en los circuitos?
Lo que en teoría si podríamos descartar, es que este nuevo Alpine llegue a ponerse a la venta como coche de calle, aunque después de lo del Spider de 1995, tampoco cerraría esta puerta del todo.
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